Tenía muchas ganas de escribir algo divertido y sustancioso con el motivo del 5° aniversario de ese gadget funcional y elegante que es el iPod; pero pasaron los minutos y no se me ocurría nada que pudiera divertirles, amables y esporádicos lectores.
Primero quería mencionar algo acerca de su capacidad y hacer la equivalencia entre las canciones que tengo cargadas y los 350kg de acetatos que serían necesarios para transportar la misma cantidad de canciones; después hubiera hablado de su bonito diseño, para continuar con la felicidad que me provoca organizar con ayuda del iTunes una biblioteca musical en la que se pueden encontrar desde las suites para cello de Bach hasta Daddy Yankee, pasando por casi todo Van Halen, The Police y los Bicles (mi trinidad del rock). Además hubiera tenido que encontrar una forma de hacer chistosita la tristeza que me dió que mis 60gb sean nada frente a los 80gb de la nueva generación.
Después haría algo de historia y enumeraría las distintas etapas de almacenaje y transportación de música durante mi vida, en donde incluiría: los primeros años; en los que cada vez que salía de viaje, cargaba con una bolsa de super con 5 0 10 viniles y la infancia; en la cual grababa de acetatos o del radio cassettes que, junto con los que me compraban, componían una maletita con la que ya no sólo viajaba fuera de la ciudad, sino que cada vez que me tenía que subir al coche (cuando me llevaban a la escuela por ejemplo) lo cual representaba una dolorosa elección de artistas, ni hablar, no podía andar cargando todos.
Quizá hubiera proseguido hacia la adolescencia en la que con mi walkman y una tercia de cassettes Memorex de 120 minutos, intentaba satisfacer mis necesidades musicales, que para entonces empezaban a diversificarse un poco (en esta parte hubiera sido necesario traer a colación la aparición del CD, con el regalo de Dios que fue la desaparición del scratch de los LPs).
En las últimas dos etapas primero hubiera tenido que encontrar la forma de describir como durante la juventud cambiaron mi vida y mi experiencia musical: el día que bajé mi primer MP3 (I don't wanna miss a thing de Aerosmith); el momento en el que instale la primera versión de Napster (y se acabaron las canciones que nadie sabe quien canta) y la primera vez que en sistema operativo DOS pude cambiar la extensión de un MP3 a WAV para con la ayuda de las velocísimas 2x de mi primer quemador, sacar el Americana de Offspring a un "CD análogo".
Y en segundo lugar hubiera tenido que relatar como a partir de mi primer coche, mi experiencia musical tenía dos pilares: quemar discos de todo tipo de género y tener miedo de que les pasara algo a los 4 discos originales que me permitía sacar de la casa.
Todo esto para llegar a la conclusión de que tener 703 albumes y 2036 mp3 sueltos de 1697 artistas, para disfrutar en todo momento, es una facilidad que no me queda más que agradecerle de todo corazón a la compañía del Sr. Jobs (que si bien no fueron los primeros, estimados puristas, si han sido los mejores).
En fin, no pude hacer ningún post decente y sólo me queda decir:
¡FELICIDADES ELEGANTE Y FUNCIONAL GADGET ADICTIVO!
Primero quería mencionar algo acerca de su capacidad y hacer la equivalencia entre las canciones que tengo cargadas y los 350kg de acetatos que serían necesarios para transportar la misma cantidad de canciones; después hubiera hablado de su bonito diseño, para continuar con la felicidad que me provoca organizar con ayuda del iTunes una biblioteca musical en la que se pueden encontrar desde las suites para cello de Bach hasta Daddy Yankee, pasando por casi todo Van Halen, The Police y los Bicles (mi trinidad del rock). Además hubiera tenido que encontrar una forma de hacer chistosita la tristeza que me dió que mis 60gb sean nada frente a los 80gb de la nueva generación.
Después haría algo de historia y enumeraría las distintas etapas de almacenaje y transportación de música durante mi vida, en donde incluiría: los primeros años; en los que cada vez que salía de viaje, cargaba con una bolsa de super con 5 0 10 viniles y la infancia; en la cual grababa de acetatos o del radio cassettes que, junto con los que me compraban, componían una maletita con la que ya no sólo viajaba fuera de la ciudad, sino que cada vez que me tenía que subir al coche (cuando me llevaban a la escuela por ejemplo) lo cual representaba una dolorosa elección de artistas, ni hablar, no podía andar cargando todos.
Quizá hubiera proseguido hacia la adolescencia en la que con mi walkman y una tercia de cassettes Memorex de 120 minutos, intentaba satisfacer mis necesidades musicales, que para entonces empezaban a diversificarse un poco (en esta parte hubiera sido necesario traer a colación la aparición del CD, con el regalo de Dios que fue la desaparición del scratch de los LPs).
En las últimas dos etapas primero hubiera tenido que encontrar la forma de describir como durante la juventud cambiaron mi vida y mi experiencia musical: el día que bajé mi primer MP3 (I don't wanna miss a thing de Aerosmith); el momento en el que instale la primera versión de Napster (y se acabaron las canciones que nadie sabe quien canta) y la primera vez que en sistema operativo DOS pude cambiar la extensión de un MP3 a WAV para con la ayuda de las velocísimas 2x de mi primer quemador, sacar el Americana de Offspring a un "CD análogo".
Y en segundo lugar hubiera tenido que relatar como a partir de mi primer coche, mi experiencia musical tenía dos pilares: quemar discos de todo tipo de género y tener miedo de que les pasara algo a los 4 discos originales que me permitía sacar de la casa.
Todo esto para llegar a la conclusión de que tener 703 albumes y 2036 mp3 sueltos de 1697 artistas, para disfrutar en todo momento, es una facilidad que no me queda más que agradecerle de todo corazón a la compañía del Sr. Jobs (que si bien no fueron los primeros, estimados puristas, si han sido los mejores).
En fin, no pude hacer ningún post decente y sólo me queda decir:
¡FELICIDADES ELEGANTE Y FUNCIONAL GADGET ADICTIVO!